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jueves, 14 de enero de 2016

Segunda instalación solar: Odisea en el Collado Verde

El objetivo principal durante nuestra corta estancia en Zafrilla era montar e instalar la segunda estación autónoma solar.


Ya teníamos todo lo necesario listo, pues la antena 3G había llegado un par de días antes de nuestra llegada. Tras el magnífico éxito que estamos teniendo en La Veredilla, que nos tiene pendientes de ella continuamente, y sé que también muchos de vosotros seguís, arriesgamos por una estación algo más pequeña pero igualmente funcional.


Tras venir observando durante este otoño-invierno la estación veredillense, y comprobar que íbamos sobrados de energía, diseñamos una estación con menos amperaje pero en la que los números cuadraban, aunque justitos.

Además hemos tenido mucha suerte porque la batería, que la encargué de 18 Ah, por falta de existencias nos mandaron una de 22 Ah por el mismo precio. Esos 4 Ah de más valen su precio en oro.



La paliza que nos hemos pegado ha sido de órdago, y para muestra solo decir que tras haber estado durante 26 h de guardia el día 31, cogí el coche sin apenas descansar y me planté en el pueblo, a 500 km y 5 h de conducción. Llegamos pasadas las 17h, y tras descargar todo (por cierto, no cabía ni un alfiler), cenamos poco después y nos pusimos a montar todos los elementos de la estación, comenzando por el anclaje de la caja hermética a la placa solar. Y nos dieron casi las 3 de la mañana.

Y comenzaron los problemas. El programador para las desconexiones de la Raspberry se quedaba colgado continuamente, así que no hubo más remedio que prescindir de él. Esto es un inconveniente importante, aunque no crucial, pero los cortes de fluido al sistema lo hacen recuperarse de cuelgues inesperados.

Aunque era posible echar a andar el sistema, si se quedaba colgado habría que esperar a una nueva visita para reiniciar. Enfín, un contratiempo inesperado y con el que no contábamos. Y que no fue el único.

Evidentemente prescindimos del programador y conectamos el resto de elementos.
 



 
Al día siguiente continuamos con el montaje de todo el sistema, colocando de forma ordenada cada elemento dentro de la caja, y comprobando su correcto funcionamiento. Goyo es muy meticuloso, y lo dejó todo perfectamente ensamblado. Terminada esta primera fase nos dispusimos a trasladar la estación hasta su emplazamiento.

Sobre esto quiero hacer un pequeño paréntesis que creo que es importante. El modem lleva una tarjeta SMS de Vodafone, y teníamos que buscar sitios donde hubiera cobertura de esta compañía. Esto era un inconveniente importante, pues precisamente esta compañía no da cobertura al pueblo, y lo poco que llega a los alrededores viene de los repetidores de Tejadillos , El Vallecillo y Salvacañete.


Como el programador se había fastidiado tras deliberar decidimos irnos a un sitio más cercano, al que pudiéramos acudir con frecuencia para afinar el sistema. Eso por un lado.

Por otro lado, creo que es de justicia dar las gracias a la primera persona que nos ha ayudado económicamente a soportar los gastos que todo este tinglado supone.

Desde aquí queremos agradecer enormemente la ayuda prestada por Clemente Domingo , que llamó a Goyo el día 25 y le dijo que su familia quería hacer una aportación al proyecto. Yo desconocía que él es natural del Collado Verde de Arriba, Goyo me lo dijo, y finalmente nos decantamos por trasladar la estación a esta aldea, aunque en un principio nunca pensamos en dejarla allí, pero pensamos que a Clemente le gustaría la idea.


Eso nos hizo descartar sitios como el collado del Mojón, al que hice una visita el día 6, antes de partir de vuelta a Córdoba, y donde comprobé que había algo de cobertura, el Rincón de Palacios o la Reclovilla. También estuvimos en la casa del tío Matías, que Martín había arreglado pero a la que no llegaba cobertura.

Y nos vino muy bien la cercanía ya que hicimos otras 4 visitas más a la zona como ahora veremos.

Además yo comprobé el año pasado cuando salí a correr por aquella zona, que había una señal más que aceptable de Vodafone, que subía desde Salvacañete y posiblemente algo de los repetidores de El Vallecillo.

La primera visita, el día 4, fue para trasladar la estación, elegir un sitio adecuado donde colocar la garita con el sensor termométrico, anemómetro y veleta y la placa solar. Es curioso que a este rento se le llame Collado Verde de Arriba cuando realmente está a menos altura que el de abajo. Concretamente a una cota 40m más bajo (1320m por 1360m). Y nos gustó más precisamente por estar más protegido del viento, que por cierto nos pegó una paliza tremenda, acompañado de lluvia fina. En esta foto se aprecia muy bien el giro del anemómetro. Para ver algo tuvimos que dejar el coche con los faros encendidos.

AL final elegimos un pequeño prado cerca de la fuente, en la zona más baja, donde soplaba menos el aire, y elegimos la última casa del rento, la situada más al sur, para dejar la estación.

Este rento está completamente en ruinas, apenas queda nada en pie. Estuvimos viendo la casa donde nació Gloria, madre de Goyo, y estaba en el suelo. La causa del derrumbe es una carcoma de los troncos que soportaban los techos de las casas, que estaban comidos por las termitas y se deshacían literalmente.


Nos vimos negros para encontrar unas estacas servibles donde colocar la garita, y finalmente echamos mano de unos palos de teda, la zona central de los troncos de pino, muy resinosa y que se usa para encender. También encontré otras tedas más pequeñas por la zona y algo de alambre de espino para proteger el conjunto de los caballos.

Ahí coloqué la garita tras clavarla, que me costó lo mío pues entre el viento y la lluvia, con las manos entumecidas, no es nada fácil. Goyo mientras tanto estaba instalando la placa en la casa más cercana, en un sitio protegido, poco visible y seguro. De todas forma siempre tienes el miedo de que alguna piedra de las que pocas que quedan en pie caiga sobre la placa y acabe con ella. También le costó lo suyo dejarla instalada junto con la antena 3G porque tenía las manos ateridas de frío y se nos echó la noche encima.


Encima se nos olvidó el conjunto anemómetro-veleta, así que fuimos al pueblo a recogerla, la montamos y volvimos al rento para terminar de instalarlo todo.

Volvimos y dejamos todo instalado bajo un aguacero fino pero constante que nos dejó calados hasta los huesos. La verdad es que tuvimos un tiempo pestoso, con mucho aire y lluvia fina, pero nos alegramos mucho al ver de nuevo el río correr.




Tras llegar al pueblo vimos que había mandado ya los primeros datos para luego dejar de hacerlo, lo que nos mosqueó bastante.

El día 5 amaneció un día bastante aceptable, con nubes y claros y no demasiado viento. Luego la cosa cambiaría bastante. Yo me adelanté corriendo hasta el rento y luego llegó Goyo con el coche y el resto de la familia. Tras comprobar nuevamente la estación vimos que el modem no cogía cobertura, a pesar de que en mi móvil sí la había.

Decidimos esperar hasta por la tarde por si finalmente captaba cobertura, pero no fue así, por lo que definitivamente bajamos a por ella y decidimos transportar la placa nuevamente y probar con un nuevo modem en la siguiente ocasión. La garita quedó definitivamente instalada y dejé otro sensor para tener referencias de la zona, ya que la consola digital no quisimos dejarla por si se estropeaba con el agua.



Yo volví corriendo hacia el pueblo y mientras Goyo buscaba los caballos que suelen estar por esa zona coloqué un sensor entre la Fuente del Tejo y la casa del tío Matías, un sitio muy frío que ya testamos el año pasado.

Mientras tanto los niños montaron un rato los caballos y  Goyo los volvió a dejar por la zona. Luego llegaron todos a la Fuente del Tejo, yo estaba colocando el sensor, ya se había cubierto completamente y apenas soplaba viento. Cuando de pronto nos vimos sorprendidos por una magnífica nevada, que no duró mucho más de media hora, pero que dejó una preciosa capa de unos cm de nieve por toda la zona.

Finalmente tuvimos que desistir de iniciar las transmisiones con esta nueva estación solar, tanto por los problemas del programador y sobre todo del módem, pues sin cobertura no hay nada que hacer. Es algo extraño porque Goyo lo ha vuelto a conectar en Madrid y ha funcionado sin problemas. Misterios de la electrónica. Quizás le sentó mal el frío.

Volveremos a probarlo, pero por si acaso ya he encargado uno nuevo para que Goyo lo pruebe en su próxima visita al pueblo. también hemos encargado un nuevo programador que sustituirá al estropeado y un nuevo sensor para colocarlo en otra zona de la que otro día hablaré.

He querido reflejar con los máximos detalles posibles los problemas que surgen cuando se quiere instalar una estación de este tipo. Con La Veredilla todo fue muy rodado, salvo los problemas de cobertura que ya sabíamos, pero aquí nunca pensábamos que íbamos a tener problemas ni con el modem ni con el programador.

Enfín, volvimos del pueblo un poco cabizbajos, pero hemos dado un gran primer paso antes de dar el definitivo, posiblemente en una próxima visita. Lo bueno de la estación es que es muy manejable y se puede trasladar por una persona. Lo más pesado es la batería, unos 6 kg. Eso también tiene como contrapartida que cualquier desalmado puede cargar con ella, aunque no sé para qué querría tanto trasto.

La pena es que yo no podré estar para su instalación definitiva.
Tendrá que hacerlo Goyo solito, algo que me deja bastante mal.

La idea es dejarla completamente instalada en la próxima visita, y ya incluso he comprado una webcam similar a la de la Veredilla en vista del éxito. También tenemos el nuevo modem y estamos haciendo pruebas con él.

Solo hemos perdido una batalla, pero al final ganaremos la guerra.





 







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