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sábado, 23 de mayo de 2015

Las cabras más modernas del mundo

Aunque todos los que lean esta historia esbozarán una sonrisa, o incluso una carcajada, es mucho más que eso. Y no digo yo que no tenga su gracia.

Todos los que hemos compartido momentos en Zafrilla con los que viven y trabajan allí , sabemos lo duro que es el día a día . Nosotros visitamos el pueblo como lugar de ocio, de retiro, para alejarnos unos días del mundanal ruido, de la civilización, del tráfico, de las prisas, de los atascos, para oxigenarnos un poco al fin y al cabo.


Efectivamente allí cargamos las pilas para luego retornar a nuestras ciudades, a nuestro lugar de trabajo, a la rutina diaria.Pero ellos quedan allí todo el año.

La vida del pastor de un rebaño de cabras u ovejas va de sol a sol, y no hay domingos ni festivos. Los animales comen todos los días y no entienden de fiestas. ni vacaciones.

En el caso de Darío el trabajo comienza al amanecer y se prolonga hasta la puesta de sol. Las cabras se marchan temprano a la sierra, y aunque las que tienen cabritos vuelven al atardecer para amamantarlos, otras quedan durante semanas vagando por el término del pueblo.

Es necesario saber en qué zona se mueve el rebaño y tenerlo controlado, ya que hacen movimientos de bastantes kilómetros. Cuando estuvimos en Semana Santa se encontraban en la zona de la Morra sobre el Rincón de Palacios. Darío suele saber por qué zona se mueven, pero a veces no están donde él piensa, y tiene que recorrer casi todo el término hasta que da con ellas.

Y precisamente como una ayuda nunca viene mal, este es el motivo de mi historia

Goyo llevaba tiempo buscando un artilugio que mantuviera localizadas a las cabras para que en todo momento Darío supiera por donde andaban y evitarle paseos . Tras mucho indagar encontró un sistema GPS que mandaba una señal al móvil cada hora pagando una pequeña cuota anual. El problema fundamental era el de la autonomía del aparato.



Si conectamos el GPS de un móvil, veremos que la batería apenas durará un par de horas.Esto era un problema, pues con una autonomía tan pequeña no era posible hacer nada. Tras muchas pruebas, Goyo consiguió alimentar el GPS con un sistema de baterías recargables en serie, que dan una autonomía de unas 3 semanas. El GPS solo se conecta al satélite durante un par de minutos cada hora, el tiempo justo para mandar revelar su posición y mandar una señal de localización, que posteriormente se reenvía al móvil  y mediante una aplicación para Android aparece como un punto en Google Maps, con las coordenadas de latitud y longitud.

El artilugio es bastante voluminoso, debido a la cantidad de baterías que lleva. El problema es que al ir en el cuello de una de las cabras (pobrecilla), había que mantenerlo orientado hacia arriba, pues si caía bajo el cuello, se perdía la conexión con el satélite, algo que también sucede a veces si el rebaño se mete en terrenos muy arbolados,o en zonas de riscos o cárcavas. Para ello Goyo tuvo la ocurrencia de poner una piedra como contrapeso al collar, para que el GPS se mantuviera siempre encima del cuello

Y la verdad es que el sistema funciona y bien. Ya lleva varios meses funcionando y es realmente útil. Cada 3 semanas Goyo y Darío buscan el rebaño y recargan las baterías.

Cada hora ambos reciben en su móvil la señal de dónde se encuentra el rebaño. De noche las cabras duermen y el GPS lo detecta como un punto rojo, que es donde el rebaño ha pasado la noche. Durante el día se mueve batiendo una importante zona de terreno. Hace unos días estaban recorriendo toda la Ceja de la Umbría del Oso, desde la Morra hasta la caseta de los fuegos.

Darío solo tiene que mirar su móvil y sabe en cada momento dónde se encuentra el rebaño, y si quiere desplazarse hasta él, va a tiro fijo, sin rodeos. Esto le evita muchos desplazamientos innecesarios y hace la vida mucho más fácil para él. Hay que ver lo que nos puede ayudar la tecnología en nuestra vida diaria. Si esto se lo dijeran a un pastor de los años 70, cuando ni siquiera existía telefonía móvil ni por supuesto internet, quedaría alucinado y pensaría que somos extraterrestres de alguna galaxia lejana.

A quien compadezco es a la pobre cabra que le toque el marrón de llevar el collar con las baterías y el pedrusco de más de 1 kilo que hace de contrapeso sobre su pobre cuello.

El pobre animal pensará ¨¨qué he hecho yo para merecer esto ¨¨,  porque tiene que ser un verdadero calvario llevar ese artefacto en el cuello, y me imagino cómo deben acabar sus cervicales.



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