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viernes, 11 de septiembre de 2015

La Joya zafrillense: una carrera centenaria

Si preguntamos a cualquier zafrillense sobre lo que es la Joya, seguro que no habría nadie que no supiera de qué estamos hablando.
 
Y es que esta carrera, que no he logrado averiguar exactamente cuándo comenzó ni porqué recibe este nombre, se pierde en el tiempo. Su historia puede remontarse perfectamente a más de 100 años, y habría que preguntar a los más viejos del lugar sobre sus inicios.
 
Para hacernos una idea de su dilatada historia, solo hay que observar una magnífica foto de la Joya del año 1951. En ella se observa a Manuel Cardete, tío de Goyo, y entonces un aguerrido muchacho de unos 19 años, completando los metros finales de la prueba, sobre una carretera aún no asfaltada, en calzonas y descalzo.
Es una maravillosa toma de lo que ha sido esta carrera, y cada vez que la observo detenidamente me fascina más.
Hoy día la tecnología ha invadido todas las disciplinas deportivas, incluido el running,como lo llamamos ahora. Corremos con zapatillas con tecnologías antes jamás soñadas y estamos acostumbrados a términos como Boost, Adiprene, Solyte, Ahar, Wave, etc. Las zapatillas son voladoras, de competición, mixtas, de entreno, se eligen según el peso del deportista y su tipo de pie (neutro, pronador o supinador).
 
La ropa se ajusta al cuerpo como un guante y facilita la transpiración a la vez que te mantiene fresco, lo que conocemos como Climacool.
 
Vamos, que el que no corre hoy día, no será porque no se lo ponen fácil.
 
Hace 60 años las cosas eran muy distintas, y ni en sus mejores sueños un corredor de entonces podía imaginar los adelantos de hoy día.
 
Volviendo a esta maravillosa carrera, todo zafrillense debería contemplar esta imagen para darse cuenta de que jamás se debe perder esta tradición.
 
 
Hace unos 15 años, en mi primera visita al pueblo, quedé sorprendido por esta carrera. Ese año fue César  quien venció, en un alarde de esfuerzo, y precisamente ha sido él uno de los principales adalides para que esta carrera no se pierda.
 
Contemplar a la charanga acompañada del alcalde desfilando y bailando la bandera en la meta, y observar los metros finales de los corredores, que llegan exhaustos y besan la bandera casi sin aliento, me conmovió. Y juro que deseé  desde entonces  poder correr algún día.
 
 
Cada vez la participación en esta carrera ha sido menor, llegando a tal punto que algún año solo un puñado de chiquillos la han corrido.
 
César, en las navidades del 2013, organizó lo que él llamó Prejoya navideña, y preparó de forma magistral una carrera en la que participamos conjuntamente con un grupo de amigos de César. Incluso diseñó los trofeos para campeón y subcampeón. Aquella loca carrera, bajo una nevada de órdago, la comenté entonces en el blog, y jamás la olvidaré.
 
A pesar de los esfuerzos de César y Goyo, el verano siguiente la participación volvió a ser muy reducida. En esa edición Goyo ganó con una magnifica marca, remontando en los metros finales.
 
Yo he visto aficionados al running durante mi estancia en el pueblo estas fiestas. Y he hablado con alguno de ellos. Y no he logrado comprender el motivo de que no participen en la prueba. Goyo me llegó a decir que a las personas maduras les da algo de vergüenza correr.
 
Yo soy bastante maduro, y puedo decir que solo he sentido orgullo participando en esta carrera. 
No puedo negar que me hubiera gustado ganar, pero llegar a meta sin apenas aliento y besar la bandera del pueblo es algo que recordaré de por vida.
 
 
Antes de comenzar a correr maratones, un compañero cardiólogo que llevaba muchos años corriendo me dijo que independientemente de la marca que hiciera, siempre que terminaba una maratón lloraba de alegría. Yo he podido comprobar en mis 14 maratones esa misma sensación. La misma sensación que tuve cuando acabé La Joya.
 
Ciñéndome un poco al tema técnico, la carrera se desarrolla sobre una distancia exacta de 1400 m (medida con el GPS que uso para correr). La salida parte de 2 olmos, ahora secos, y comienza con una inclinación importante en sus primeros metros. Partimos de la cota 1398 m, y durante los primeros 350 m se baja hasta la cota 1388 m, para mantenerse casi plano unos 150 m y comenzar una lenta subida que nos llevará hasta la cota 1422 m, justo en la meta.
 
La parte final, que suele decidir la prueba, comienza en la Fuente de los Tornajos, cota 1400, y termina en meta. Son 405 m justos, donde salvaremos 22 m de desnivel, a una pendiente media de algo más del 5%, que no es moco de pavo.
 
Al llegar a ese punto, si no has dosificado tu esfuerzo, morirás en los Tornajos. Si has dejado un poquito para el final puedes pegar un hachazo y adelantar a corredores que van bastante por delante de ti, como hizo Goyo el año pasado.
 
Mi estrategia era simple. Salir a un ritmo alto, pero no tan alto como para quedarme clavado. Así lo hice, pero los 3 chicos que tomaron la delantera salieron a un ritmo suicida, por debajo de 3'30" el kilómetro. Para que los profanos se hagan una idea, un corredor de élite de maratón mantiene un ritmo aproximado de 3' el kilómetro. Claro, durante 42.
 
Al ver en mi GPS este ritmo comencé a rezar por lo que me podía caer al final, pero si aflojaba la distancia con los de delante se haría tan grande que me sería imposible enjugarla a pesar de apretar al final. Me mantuve a una distancia lo suficientemente cercana a ellos, controlando su ritmo y confieso que esperaba que desfallecieran. Pero no fue así.
 
Es cierto que uno de ellos desfalleció antes de los tornajos, pero los otros 2 mantuvieron un ritmo alto que fue imposible superar en tan corta distancia. Si la parte descendente se desarrolló entre ritmos de 3:25 y 3:30 el kilómetro, la parte ascendente fue entre 3:35 y 4:00. Los últimos 400 m  mi GPS marcó una media de 3:55. Juro que intenté acortar los escasos 10 metros que me separaban de los muchachos, pero fue imposible. Logré acortarla unos metros, pero no lo suficiente. Posiblemente con 500 m más de carrera lo hubiera logrado, pero no quise llevar mi corazón a un esfuerzo exagerado, quizá por que mi condición de médico siempre me hace ser precavido, y me gusta tener buenas sensaciones y no hacer sobreesfuerzos.
 
Quizá el hacer el recorrido inverso como calentamiento nos pudo pasar algo de factura. Cuando llegamos Goyo y yo a la salida ya íbamos con la boca seca como el esparto. Los demás participantes fueron en coche. Pero yo necesito calentar, y salir en frío a una velocidad tan alta puede ser mortal, y provocar una rotura fibrilar que te tenga en el dique seco 3 semanas. A pesar de calentar estuve toda la tarde con los gemelos agarrotados por el esfuerzo. Soy corredor diésel, capaz de mantener cruceros elevados durante muchos kilómetros, pero las carreras cortas y explosivas no son mis preferidas. Y alguien 30 años más joven que tú es muy difícil poder vencerlo.
 
El final, con el beso a la bandera y el baile que antes se hacía en la era contigua a la meta, y que ahora se ha llevado a la plaza del pueblo, es realmente mágico.
 
Estoy muy orgulloso de haber participado en esta magnífica carrera, y haber contribuido a mantener una tradición centenaria.
 
En la meta estaba Manuel, que en 1951 acabó con los pies ensangrentados una Joya memorable, inmortalizada en una inolvidable foto que todos pudimos contemplar en la exposición. Lo felicité por su hazaña y él a mí por una gran carrera, posiblemente una de las Joyas más rápidas jamás corridas. Si mi tiempo fue de 5'05", el ganador anduvo rondando los 5', o quizá algún segundo menos, una gran marca. Por supuesto felicité al vencedor por su gran gesta.
 
También los niños hicieron una magnífica carrera, e incluso mi sobrino Jorge venció a su padre Goyo, y quedó en un espléndido 5º puesto.
 
Todos acabamos cansados pero orgullosos de haber formado parte de la dilatada historia de esta carrera.
 
No sé si el año que viene podré estar en las fiestas del pueblo. Si estoy por supuesto que volveré a participar. Y espero que haya una participación como nunca se haya visto en esta carrera. Y que todos los que practiquen cualquier deporte participen en ella, que se sientan orgullosos de formar parte de una carrera tan emblemática.
 
Y experimentar la sensación de besar la bandera de tu pueblo cuando, exhaustos pero radiantes, lleguen a la meta.
 
 
 

 

2 comentarios:

  1. Hay "Joyas" en otros municipos de la serranía conquense como Huélamo y Valdemeca. En Huélamo se corre descalzo una distancia más o menos similar en un camino carretero.

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    1. Gracias por la información. Parece que es una tradición en los pueblos de la zona este tipo de pruebas. Habría que ver cuál es la más antigua.

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