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viernes, 8 de julio de 2016

Tras la semilla prodigiosa

Como dijo Einstein hace ya algunos años, "no tengo ningún talento especial, pero soy profundamente curioso", así que he decidido aprender más sobre el tema que hoy voy a comentar y que espero que os guste.
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Yo de caballos entiendo tanto como de capar ranas. Solo puedo decir que me parecen animales fantásticos,  de una belleza, nobleza  y potencia física excepcionales. Ver a un caballo pura raza española bailar al toque de unos acordes de guitarra flamenca, acompañado al baile de una cordobesa vestida con traje típico  es algo que merece la pena ver, y que cualquiera puede hacer si acude a las Caballerizas Reales cordobesas.

Goyo, que conoce el mundo de los équidos muy bien, tiene algunos caballos que suelen pastar libremente por el término zafrillense y que siempre montamos cuando visitamos el pueblo.


Una de las yeguas que posee, Lluvia, le ha tocado este año ser mamá, y el proceso para llegar a ello ha sido tan curioso que no he podido dejar de comentarlo. Hace varios años, también fue madre y nació un precioso potro tordo llamado Rayo, en la foto de arriba

Existe la posibilidad de buscar descendencia “ a la carta”, mediante la selección de un padre vía Internet. Para ello solo hay que entrar en la página web del Ministerio de Defensa, en la sección de Cría Caballar de las Fuerzas Armadas.

Una vez allí, tendremos una amplia oferta de posibles padres para nuestra yegua. Son sementales de maravilloso porte, de diferentes razas, entre las que se encuentra la Pura Raza Española, pero también tenemos otras razas como la Pura Raza Árabe, el Pura Sangre inglés, la raza bretona y cruces como la raza hispanoárabe y la hispanobretona.

 Podremos elegir, entre más de cien candidatos de pura raza española, todos con sus características genéticas, sus medidas, el pelo que más no guste, ya sea negro, marrón, y tordo, más o menos blanquecino según la edad del animal.

Muchos de ellos vienen con su “pedigree” incluido, como los ganadores de concursos de doma, etc., que son los más cotizados y su material genético más caro.
 
No es fácil elegir entre candidatos tan apuestos, a mí me gustan todos. Quizá los negros azabache y los blancos casi inmaculados son los que más me gustan, pero son todos preciosos.

Goyo ha tardado en decidir el padre para su futuro potro o potra. Rayo vino al mundo hace unos 3 años por este mismo método. No sabía que el gen tordo fuera dominante, así que aunque se cruce con un caballo castaño lo más probable es que también sea tordo.

Y la elección del padre no ha sido cosa fácil, porque quería unos rasgos físicos determinados, que compensaran otros que eran deficitarios en Lluvia, como por ejemplo un cuello algo delgado. Tampoco quería un padre demasiado alto, que luego cuesta mucho subirse.

Tras bastantes días mirando fotos de magníficos ejemplares, en los que yo pude ayudar poco porque me gustaban todos, Goyo tomó la decisión definitiva y eligió el semental que donaría su material genético.

Una vez elegido el donante, puedes proceder de 2 formas. Llevar la yegua hasta donde está el semental para que se produzca la monta (lo que se denominan paradas de inseminación), o una mucho más fácil, encargar la materia prima por Internet. Las paradas se sitúa en Écija, Zaragoza, Jerez y Ávila. En Córdoba existían hasta hace unos años.

 En caso que elijas el método a distancia te envían adecuadamente protegida y refrigerada una muestra del valioso líquido hasta tu casa.

El paso siguiente es llevar la yegua hasta un veterinario o pagar el desplazamiento del mismo hasta tu casa. Él será el que proceda a la fecundación artificial. Para ello hay que comprobar que la yegua se encuentre en el día del ciclo adecuado, o sea, en el período ovulatorio.

En eso no difiere nada con los humanos.

El veterinario comprueba que la yegua se encuentra receptiva e inocula el líquido en cuestión a la espera de que la argamasa biológica cuaje y un espermatozoide fecunde el óvulo, y desde ese momento se inicie el maravilloso milagro de la vida, que 11 meses después nos llevará a poder disfrutar de nuestro potrito. Y digo un espermatozoide porque los partos gemelares en los caballos son excepcionales.

Precisamente esta última visita relámpago de Goyo al pueblo fue para llevar la yegua ya fecundada. Un par de semanas antes la había llevado a Cuenca, donde el veterinario había realizado la fecundación. Y tras comprobar ecográficamente que el milagro se había producido, algo que se ve muy poco después por el latido del embrión, la yegua ha vuelto a Zafrilla, donde dará a luz si todo va bien para la próxima primavera.

 Y nosotros intentaremos ir para ver el nuevo potro o potra, que seguro que es precioso.

Como a ambos nos gusta la meteorología,su madre se llama Lluvia y su otro hijo Rayo, propongo algunos nombres  para el “no nato”, que podrían ser “Escarcha”, “Helada”, Pelona (como le dicen en mi pueblo a las heladas), Ventisca o algo parecido si es hembra, y “Tascazo” (término casi exclusivo de la zona del Ibérico sur) en caso de que sea macho.

Pero se admiten sugerencias.

Este proceso puede parecer surrealista, pero aún os parecerá más si os digo que se puede proceder exactamente de igual forma en caso de personas. Ya hay empresas, como la danesa Cryos que se dedican a la comercialización dentro de la Unión Europea de esperma humano. Solo hay que solicitarlo a través de su web, y nos mandarán una muestra de un donante que incluso hemos podido elegir por sus rasgos físicos (donante no anónimo o a la carta)

Vamos, que igual que se puede elegir un determinado caballo, con un color, una raza, unas determinadas características físicas etc.,también podemos elegir un determinado padre, rubio, 1,85m, ojos azules, estilo Brad Pitt o moreno estilo George Clooney.

En el paquete vendrá un libro de instrucciones para manipular la valiosa muestra, que vendrá congelada con hielo seco ( a unos -45ºC) o nitrógeno líquido (-196ºC). En un par de días te ponen el material en tu casa.

Una vez extraído solo tenemos que leer el libro de instrucciones donde nos guiarán sobre el proceso a seguir para realizar una autofecundación.

Si mi abuelo levantara la cabeza...

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