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domingo, 4 de octubre de 2015

La caza fotográfica: inmortalizar sin sangre.

Una de las aficiones más extendidas hoy día entre los amantes de la naturaleza es la denominada caza fotográfica, también conocida como "birdwatching" u observadores de aves en su terminología anglosajona.

Son muchos los amantes de esta modalidad fotográfica, sobre todo en Gran Bretaña, y muchos los aficionados que, cámara en mano, salen a "afotar" distintas especies de aves cada fin de semana.


Este auge tan creciente ha propiciado incluso lo que se ha llamado turismo cinegético fotográfico, con quedadas de aficionados que salen a ver quién captura la mejor imagen, o logra una nueva especie de ave.


Son especialmente apreciadas las especies raras en el país donde nos encontremos, lo que llamamos errantes o divagantes, que precisamente por no ser habituales son muy valiosas para los que las catalogan entre sus capturas fotográficas.

Esta afición ha creado un comercio que cada vez genera más ingresos, pues hay determinadas zonas donde se han situado lo que denominamos "hides", escondites u observatorios desde donde observar estas aves, y se llega a pagar una importante suma por estos sitios privilegiados.


También hay un comercio importante en los equipos que se utilizan, y hay aficionados con material fotográfico de muchísimo valor.

Las 2 grandes modalidades de caza fotográfica yo las separaría en la fotografía tradicional, con cámaras réflex de más o menos valor con lentes teleobjetivo que pueden llegar a superar los 6000 euros y el denominado digiscoping, que consiste en fotografiar con una cámara compacta o con una réflex a través de un telescopio terrestre. En este segundo caso, hay telescopios de alta gama, con lentes de fluorita de alta calidad, que superan fácilmente los 3000 euros.


Evidentemente no hay que llegar a estos extremos, y cualquier aficionado a la observación de aves puede salir con una réflex de gama media y un zoom de 300 ó 400 mm, y no tendrá que invertir mucho más de unos 600 euros en el conjunto. Los resultados no serán tan buenos pero será una buena forma de iniciarse en la afición y siempre se podrá mejorar el equipo.

En mi caso, yo he sido siempre un aficionado a la observación de aves, y sobre todo de los pájaros. Tengo que confesar que hace ya bastantes años fui aficionado a la caza menor y siendo un adolescente, en mi pueblo recorría muchos gallineros en busca de gorriones, que entonces eran mucho más abundantes que ahora.


Eran auténticas plagas las que azotaban los campos y las huertas de los pueblos, y un auténtico castigo para los hortelanos. Fueron muchos los que cacé en esa época, acompañados de otras especies también muy abundantes y dañinas como estorninos.

Ahora disfruto con la observación y la caza fotográfica y no he pegado un tiro desde hace más de 20 años. Siempre llevo mi libro de especies encima y cuando observo alguna especie nueva confirmo que sea la que yo pienso consultando mi libro.

Durante mi visita a Irlanda, en el mes de Julio, evidentemente cargué con mi pesado equipo porque siempre lo llevo allí donde voy. Vi especies que nunca había visto antes y quedé sorprendido por la cantidad de córvidos que pueblan las calles, acercándose a solo unos metros.


Efectivamente, fue lo que más me sorprendió tras su belleza y verdor cuando pisé por ver primera la bella ciudad de Killarney. Era una ciudad tomada por los córvidos.

Para los que conocemos un poco las aves y su comportamiento (lo que llamamos etología), sabemos que los córvidos son pájaros especialmente desconfiadas y tremendamente inteligentes. Posiblemente las más inteligentes en el mundo de los pájaros. Sí, he dicho pájaros, porque pertenecen al mismo grupo taxonómico que los gorriones, los Paseriformes.


Siempre he visto a los córvidos como "aves" huidizas, y solo en el caso de las grajillas y algunos rabilargos y urracas en ciertas ciudades  (y nunca se aproximaban tanto), jamás pensé que pudieran llegar a ser tan confiadas.

En Irlanda, las grajas preferentemente, pero también las cornejas (sobre todo las cenicientas), estaban en parques y jardines a menos de 3 metros de las personas.

Todas estas aves se alimentan de los desechos y despojos de los habitantes, y sirven para limpiar la ciudad de trozos de comida. Son unos auténticos mantenedores de la salubridad de la ciudad, y eso que por aquellos lares os aseguro que son pocos los que no tiran los restos de comida a la basura. Cuando hay alguien que no lo hace, escucha en qué idioma habla, y suele hablar español  o un inglés con acento que descubres que proviene del país de la piel de toro.

Pero se han especializado en sacar los retos de comida de la basura, y como allí nadie les hace daño, conviven con los habitantes de la ciudad. Yo no pude disfrutar más afotando córvidos, sobre todo porque nunca los había tenido tan cerca. Además la graja no la tenía entre mis capturas ni por supuesto la corneja cenicienta, primera vez que la veía.

Esto me ha permitido aumentar mi colección de capturas y mi número de especies fotografiadas, que ya son bastantes. Otra especie que sumé a mi lista es la subespecie británica de la lavandera blanca, mucho más oscura que la nuestra.

Evidentemente esta afición exige unos conocimientos sobre especies, que vas adquiriendo con el tiempo.


Quizá la modalidad más espectacular es la fotografía en vuelo, donde se ve en todo su esplendor la belleza de las aves haciendo lo que solo ellas hacen tan sumamente bien, volar. Pero también es la más compleja.


Evidentemente no es lo mismo fotografiar un ave grande como un flamenco en vuelo, que un pequeño pájaro como un gorrión, o un vencejo, que llevo años detrás de una gran foto de esta especie y después de miles de tomas, no me satisface ninguna. Realmente es una especie apasionante de la que quizás hable algún día, y que me trae fotográficamente por la calle de la amargura.

  

Lo que sí está claro, es que siempre habrá fotos mejores que las tuyas, pero de las que me siento más orgulloso es de las que yo mismo he tomado, porque algunas de ellas me han llevado muchas horas de sacrificio.


Volviendo a Irlanda, curiosamente me enteré por nuestra anfitriona que allí las urracas solían traer buena suerte (lucky magpies), sobre todo si se veían en parejas. La foto que tomé de una urraca volando la hice en la casa donde vivíamos, así que se la mandaré de recuerdo.



Lo verdaderamente bonito de esta afición, es que siempre puedes admirar una imagen, y con el paso de los años te seguirá transmitiendo la misma fuerza que el primer día que la viste.


Para los menos acostumbrados a reconocer especies de pájaros, las mostradas son gaviota reidora, tórtola turca,  gorrión común, buitre leonado y chotacabras pardos ambos zafrillenses, águila culebrera ruteña, charrán patinegro, black headed gull  y gavión atlántico irlandeses, flanco rosado de las marismas de Isla Cristina, grajilla común, flamencos, corneja cenicienta, cigüeñuela, zorzal común, cisne vulgar, graja, pinzón vulgar, graja, lavandera blanca británica, urraca y zarapito común.

Todos inmortalizados sin derramamiento de sangre.






 
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