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domingo, 31 de agosto de 2014

La importancia de la meteorología aplicada al belicismo.

La meteorología tiene múltiples usos, pero quizá el más importante a lo largo de la historia ha sido su utilidad en los grandes conflictos bélicos.

Todos conocemos batallas cruciales, en las que las condiciones meteorológicas jugaron un papel fundamental en el desarrollo de los acontecimientos. Sólo tenemos que recordar el tremendo fracaso de nuestra Armada Invencible  y las famosas palabras de Felipe II "Yo envié mis naves a luchar contra los hombres, no contra los elementos".

Las predicciones meteorológicas se han ido perfeccionando a lo largo de los años, y no fue hasta la guerra de Crimea, a mediados del siglo XIX, entre tropas francobritánicas y rusas, cuando tras una severa derrota de las primeras debido al mal tiempo, se empezó a conceder importancia a los meteorólogos.. Las predicciones eran muy vagas en los inicios, y poco a poco se fueron perfeccionando.

Hay que tener en cuenta que las herramientas con las que contaban en esos años eran muy limitadas, y se basaban en la simple observación. No disponían de los aliados más importantes, los satélites meteorológicos. La mayoría de ciudades europeas disponían de observatorios, y el descubrimiento del telégrafo hizo mejorar mucho las predicciones.

La importancia de la meteorología bélica es tal, que posiblemente el mundo sería muy distinto al que hoy conocemos si por ejemplo Napoleón hubiera logrado invadir Rusia. Pero a pesar de iniciar la campaña en verano, el invierno se le echó encima, y los -38ºC que sus tropas se encontraron al llegar a Moscú dieron la puntilla a un ejército cansado y maltrecho y fracasaron sus ansias expansionistas.

El implacable invierno ruso volvió a ser juez sumarísimo en la II Guerra Mundial y Hitler cometió el mismo error de invadir en 1941 un país tan vasto. Ya se disponía de meteorólogos experimentados que pensaron que el invierno sería más benévolo pues los 2 anteriores habían sido muy duros. Pero erraron en su predicción. La contienda comenzó en verano y se pensaba terminar antes de año nuevo, pero ya a primeros de noviembre les estaban cayendo -20ºC. Las tropas rusas, mejor adaptadas al frío, soportaron mejor aquellas gélidas temperaturas, y gracias a ello se cambió el curso de la historia.

Pero si hay una predicción apasionante que merece la pena conocer más a fondo, es la que dio lugar al Desembarco de Normandía , el famoso día D, el 6 de Junio de 1944, del que recientemente hemos celebrado el 70 aniversario. Posiblemente haya sido la predicción meteorológica más importante de la historia, puesto que el fracaso de esta impresionante operación bélica habría cambiado de forma determinante el resultado final de la contienda , y Hitler hubiera dominado Europa.

Esta invasión se comenzó a gestar 2 años antes y que todo el complicado engranaje funcionara a la perfección dependía de un último factor poco controlable, como era el tiempo. El Canal de la Mancha es un sitio donde las condiciones atmosféricas cambian en pocas horas, y las lluvias en verano son muy frecuentes, si no comprobadlo en cualquier satélite de lluvias.

La papeleta era más que peliaguda para los meteorólogos a los que se les confió el día ideal para la invasión pues de ellos dependía el éxito final de la misión y las condiciones que se tenían que cumplir eran tantas que era prácticamente imposible que todas se dieran.

Era necesario que hubiera luna llena, permitiendo la visibilidad nocturna de los aviones, la visibilidad debía ser superior a 3 millas, para que la artillería naval divisara sus objetivos,el viento no debía exceder de las 18 millas en el mar y 12 millas en tierra, debía haber marea baja y que ésta coincidiera justo al amanecer,para que las posibles minas situadas en la orilla fueran visibles (a pesar de tener que recorrer más terreno), y no debería haber más de un 60% de cobertura nubosa. ¿Se puede pedir más?. 

Se acotaron 3 días durante el mes de Mayo como idóneos, el 4,5 y 6 de Junio. En un principio se eligió el 5 de Junio como día de la invasión, pero finalmente los meteorólogos aconsejaron al alto mando que se cambiara por el día 6. Los días previos fueron pésimos, con entrada de varias borrascas e intensas lluvias.Pero tras una última reunión con el meteorólogo jefe James Stagg, éste se jugó su futuro previendo que la situación mejoraría transitoriamente el día 6, algo que no detectó el servicio servivio meteorológico alemán, pese a que era mejor que el británico.

Y Stagg afortunadamente acertó. Y gracias a él comenzó la caída del III Reich. 

Nunca se lo agradeceremos lo suficiente.





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