La preparación de una Maratón supone de 4 a 6 meses de constancia, esfuerzo y tesón, un trabajo diario que te llevará a un objetivo muchos días después. Son muchos meses donde da igual que haga frío, llueva, haga viento, calor, tú saldrás a correr porque tienes que hacerlo.
El día de la carrera es el más grande, es ese día donde debes obtener el premio a un merecido esfuerzo.
El problema es que esto no siempre se cumple.
Hay veces que a pesar de un correcto entrenamiento no se traduce en un éxito en la carrera, podemos ver frustradas todas nuestras ilusiones debido a que la gran distancia y todo los avatares que suceden durante la misma pueden finamente llevarnos al fracaso.
Este año no ha sido así.
Mi decisión de ir a Madrid a acompañar a mi cuñado Goyo en su sexta maratón consecutiva
fue una decisión de última hora. Yo había corrido a finales de Febrero la Maratón de Sevilla y aún no estaba plenamente recuperado, aparte de la lesión que arrastro desde hace más de un año en mi pie izquierdo que me limita mucho en carreras largas.
Pero tengo que decir que mi decisión de volver a acompañarlo ha sido la más acertada. He corrido una carrera increíble e inolvidable.
Para mí no ha sido fácil ya que yo iba a ayudar y más bien fui ayudado. No estaba bien y sufrí como nunca para aguantar un ritmo infernal sobre los 4m50" por kilómetro, que por mi corta preparación desde Sevilla más el dolor, no me resultaba fácil seguir.
Goyo había programado la maratón para correrla con Pilar, una pedazo de corredora y de persona que conocí el año pasado y que hizo 3h 36', diez minutos menos que nosotros. En 2016 Goyo no estaba tan bien y no pudimos seguir su ritmo. Este año Goyo había entrenado con ella e incluso habían corrido juntos la Media Maratón de Madrid en un excelente tiempo de 1h37'.
Pero este año la película ha cambiado como de la noche al día.
El grupo de entrenamiento al que se ha unido ha sido magnífico, y lo han llevado en volandas hasta el éxito. Además, por si fuera poco, dos de ellos nos acompañaron durante la carrera, uno de ellos desde el kilómetro 11 (José Manuel), ya que quería completar 30 kms como entrenamiento para la Maratón de Vitoria, y Carlos, desde el kilómetro 33, que es donde realmente empieza el sufrimiento.
Pilar comenzó a un ritmo infernal desde el primer kilómetro, que trajo a mi mente los peores presagios, pero nada más lejos de la realidad. Su ritmo fue constante sobre los 4´50, y asistido por José Manuel y más tarde Carlos, nos llevaron en volandas hasta la meta.
La media maratón la pasamos en 1h 44' 11", apenas 30 segundos por encima del tiempo previsto, nada significativo. Las sensaciones entonces eran inmejorables. La familia nos esperaba en el kilómetro 20 con plátanos, y una buena ración de ánimo para lo que nos quedaba.
A partir del kilómetro 35, cuando el perfil se vuelve cuesta arriba, las dudas me invadían. Pero veía que Pilar y Goyo mantenían fabulosamente el ritmo, sin mostrar signos de desvanecimiento en ningún momento. Yo solo me limitaba a darles algunos consejos para no vernos superados por la euforia pues lo podíamos pagar. He visto a mucha gente quedarse clavado en el kilómetro 40, completamente desvanecido. Y hasta el 39 todo les iba de perlas.
Pilar seguía enchufada como en el primer kilómetro comandando siempre el grupo y Carlos animaba continuamente, haciéndonos mucho más llevaderos los kilómetros más duros. Además hasta nos tomó algunos vídeos. Y José Carlos no dejaba de ofrecernos agua y bebidas energéticas, atento en todo momento. Con esos mimbres tenía que salir un gran cesto. No podía salir mal.
La entrada en meta fue apoteósica, Pilar, Goyo y yo agarrados de la mano atravesamos la meta en un impresionante tiempo de 3h29'45", a un ritmo medio inferior a los 5'/km. Nos fundimos en un abrazo al cruzar la meta.
Nada más terminar fuimos a celebrar con José Manuel y Carlos la victoria, y el pedazo de marca lograda, que sin su ayuda no hubiéramos logrado. Todos estábamos eufóricos y aún hoy mantenemos un estado de embriaguez por el logro.
Una experiencia inolvidable con magníficas personas. Solo resta decir que el año que viene tanto José Manuel como Carlos ojalá se sumen al grupo para completar la distancia, con un nuevo objetivo.
Ha sido un auténtico placer compartir una experiencia así con personas tan agradables.
Y para el Filípides Zafrillense, el único nacido en ese pequeño pueblo del Ibérico sur entre los más de 35000 personas que corrimos ayer en las tres distancias, mi más sincera enhorabuena por el buen trabajo realizado. Sabía que estaba muy bien preparado este año, pero estaba aún mejor de lo que pensaba.
Y es que no hay nada mejor que el oxígeno del pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario